capítulo 12

Un tesoro puede ocultar otro tesoro

Santa Fe Coffee Estate

Guayoyo, marroncito, con leche, conlechito, marron claro, marron oscuro, tetero, negrito largo, negrito corto; son diferentes formas de pedir un café en Venezuela. El Guayoyo es una manera de preparar café que ha permanecido en los hogares a pesar de la influencia de los italianos. Con la llegada del espresso, los venezolanos también sucumbieron al café americano, espresso alargado o diluido en agua. Pero el verdadero Guayoyo se prepara desde sus inicios infusionando el café en agua caliente y luego pasándolo por una malla de tela muy fina. Café criollo. Y se bebe según el gusto de cada uno, más o menos fuerte. Incluso se pasa varias veces a través de la malla de tela para extraerlo más. Las familias lo siguen preparando de esta manera en todo el territorio nacional. Es por eso que Francesco Guerrieri sorprende con el tercer lugar del campeonato nacional de brewing. Honró de principio a fin, a través de su performance, la cultura del país en el que nació, a pesar de sus orígenes italianos. Y eso es lo que nos gusta... Un pequeño truco que aplicó a la preparación de su café es colocar un filtro de papel en la malla, aportando su toque personal y logrando encontrar el buen compromiso entre la preparación del café popular y sus conocimientos de barista. Nos muestra así su orgullo de ser venezolano y su deseo de querer preservar este método, poco utilizado en las cafeterías, pero que constituye un patrimonio de la cultura popular del país.

Francesco nos dió una linda introducción al café de Juan Carlos Mujíca, productor en el estado Lara. Me puse en contacto con él a través de Instagram porque me gustó su proyecto y, sin mentirse, también por sus fotos muy llamativas de las flores del cafeto. Supe de él rápidamente y pudimos intercambiar algunos mensajes de gran valor, compartir nuestras visiones, nuestras ambiciones, y todo tipo de proyecciones relacionadas con el café venezolano. Desde Toulouse, fue bastante aliviante tener contacto directo con un productor disponible y, sobre todo, apasionado por el buen café. Ahora con Francesco, la coincidencia fue una locura para Juan y para mí; se volvió aún más necesario ir a visitar a Juan Carlos a su finca.

Muy cerca de Río Claro, localidad cercana a Barquisimeto, la cuarta ciudad más grande de Venezuela, Juan Carlos cultiva su café. Barquisimeto, la capital del Estado Lara, se encuentra a pie de monte de la Cordillera de los Andes. Al inicio, o al final de ésta, como decidamos verlo. En esta región se cultiva mucho café. Nos cuentan que hay mas de trece mil productores de café, lo cual la convierte quizás en la región más productiva del país. Está dividida en varios municipios y cada uno es muy diferente en cuanto a clima, incluso dentro de un mismo municipio. Algunos son muy áridos, con un paisaje desértico, allí hace mucho calor. Como en Carora, por ejemplo, la capital del municipio más grande del estado, Torres. Pero hay otros rincones más arriba donde la vegetación es más abundante, el aire más fresco. Es un estado muy agrícola, se cultiva caña de azúcar, árboles frutales, maíz, ¡hasta uvas! Varios ríos atraviesan la región; el Baragua, el Sanare, el Turbio, el Morere… Es más bien en estos bosques tropicales donde se dan las condiciones para el cultivo del café. El Tocuyo en el municipio Morán. San Pedro o Jabón en el municipio Torres. Al sur de Barquisimeto, en el municipio Iribarren cerca de Rio Claro, se encuentra como decía anteriormente Santa Fe Coffee Estate.

Por teléfono Juan Carlos nos dijo que todo dependería del clima. Recién entrando en temporada de lluvias, el cielo podría nublarse en poco tiempo y comenzar a llover muy fuerte. Pero de verdad teníamos muchas ganas de ir y nos conformamos con la esperanza de que el clima estaría de nuestro lado. A la mañana siguiente, llegó a tiempo frente a la casa. Al volante, su amigo que quería aprovechar para venir a visitar la finca también y Juan Carlos a su lado. Subimos al carro, cuyo modelo anunciaba que íbamos a escalar montañas cuyos caminos no solo eran serpenteantes sino también como con oleaje. En el camino, Juan Carlos es muy conversador, nos anuncia que nadie había subido aún a la finca. Es de difícil acceso, pero creo que también es un lugar que le gusta guardar para él. Nos sentimos privilegiados de ser los primeros en visitar su finca. Juan Carlos nos transmite muy rápidamente su pasión por el café y su esfuerzo por alcanzar la calidad. Pero lo más conmovedor de él es la historia y lo que representa el proyecto Santa Fe Coffee Estate en su vida. La finca fue comprada hace cuarenta años por sus padres, ambos ingenieros agrónomos. Juan Carlos era muy joven, esta finca fue el escenario de muchos momentos familiares, fines de semana, vacaciones. Cuando fallecen sus padres, Juan Carlos hereda este proyecto familiar. Regresar a esta finca es el único vínculo que aún puede mantener con los que ya no están con nosotros. Siente la necesidad frecuente de ir allí. No tiene todas las llaves, pero siente la necesidad de descifrar lo que sus padres dejaron allí. Es un patrimonio que revela todo su esplendor cuando Juan Carlos decide dedicarse a la producción de café agroecológico.

Juan y yo nos sorprendimos al encontrarnos rodeados de naturaleza, en un denso bosque a ambos lados de la carretera, estando relativamente cerca de la ciudad. Para llegar a la finca se atraviesa un valle siguiendo el curso del río. La vista es magnífica, necesitábamos este primer encuentro con la naturaleza de nuestro país. Conocemos a la familia que trabaja con Juan Carlos en la finca. Al momento de pensar en la idea de preparar un café, retumba un trueno, Juan Carlos nos entrega unos palos de bambú para ayudarnos a caminar y nos ordena tomar camino rápidamente si queremos ver aunque sea una parte de la finca. Seguimos su consejo, felices de haber llegado y ya asombrados por la abundante naturaleza que nos rodea.

Este proyecto cristaliza la busca de sentido de este hombre que se encuentra con un preciado tesoro entre sus manos. Esta zona geográfica siempre ha sido propicia a la producción de café. Al fallecer sus padres, la transmisión de conocimientos se interrumpe y Juan Carlos solo tiene el poder de observación para captar todos los secretos enterrados en sus cuarenta hectáreas de cafetales y bosques. Buen observador de aves, nos cuenta con orgullo que el parque natural contiguo a la finca alberga más especies que toda Europa junta. Aun teniendo experiencia en la producción de café, Los métodos instaurados por Juan Carlos que buscan ser más respetuosos con el medio ambiente, aun sorprenden la familia que trabaja en la finca, acostumbrada a los métodos de producción convencionales. Busca evitar el uso de químicos para no dañar demasiado el suelo. Para él, debemos apostar por sistemas de producción que permitan que los ecosistemas tengan las herramientas necesarias para recuperarse. Es frecuente leer que los sistemas agroecológicos o la caficultura orgánica están entre las posibilidades más efectivas. Mediante estos métodos de cultivo, los productores de café están haciendo frente a la crisis climática y sus efectos en la producción de café. Dentro de su finca, la naturaleza y el hombre conviven en paz. El cafeto es una especie que, en su forma silvestre, crece en el bosque. Por lo tanto, este es a priori el ecosistema más adecuado para respetar las necesidades de la planta. Se nota que Juan Carlos da un poco más de rienda a la naturaleza para que se exprese y brinde un ecosistema propicio para los cafetos.

De repente, caen unas gotas y Juan Carlos agarra los palos de bambú que cada uno tenía y nos dice que nos demos la vuelta rápidamente antes de que caiga el palo de agua. Hay algo muy apreciable en el hecho de encontrarse bajo la lluvia entre los cafetos y la naturaleza exuberante. Me hubiera gustado quedarme allí más tiempo, para saborear este momento. El riesgo era demasiado grande, teníamos que volver a la carretera antes de que los caminos se embarraran demasiado. Al menos tomé algunas fotos!

Pero el día con Juan Carlos no se terminó ahí. Queríamos compartir con él una taza de café, de su café. Su amigo, que estaba con nosotros, nos recibió en su casa y degustamos varios de los lotes de su última cosecha. Un momento privilegiado para Juan y para mí, que tomábamos nuestro café preparado por Juan Carlos mientras nos describía el proceso que había aplicado a cada uno de estos lotes. Las notas eran muy agradables; nueces, chocolate y caramelo dieron paso a sabores más afrutados de melocotón, cereza confitada y toronja cuando la temperatura bajó. Teníamos que volver a vernos, a nuestro regreso. Todavía no sabíamos lo que iba a ser del resto de nuestro viaje. Pero queríamos volver a Francia con al menos una pequeña muestra de su café, que no obtuvimos después de este primer encuentro.

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