Una sinfonía de sabores en cada grano de café

Nuestro regreso a Venezuela sin duda ha marcado un punto de inflexión en nuestras vidas.

Juan y yo nos sentimos agradecidos de poder reconectar con una parte de lo que somos. El café nos abre una nueva perspectiva del país, y lo que más nos alegra es descubrir sus paisajes, nuevos para nuestros ojos. Exploramos este país que tanto amamos a través de sus paisajes y también sus sabores. Buscamos constantemente descifrar nuevas notas en el café y ¡familiarizarnos con la geografía de un país nunca había sido tan estimulante!

El terroir Venezolano

Venezuela, una tierra de contrastes geográficos y climáticos, alberga un tesoro que deleita los sentidos: su café. Pero más allá de la variedad de la planta, existe un factor invisible que influye profundamente en el sabor único de cada taza: el terroir.

El término "terroir", originario del mundo del vino, abarca el conjunto de factores ambientales que afectan un cultivo, incluyendo el clima, la altitud, el tipo de suelo, la topografía y hasta la mano del hombre. En el caso del café venezolano, esta interacción compleja de elementos naturales y humanos da como resultado una diversidad de perfiles de sabor que hacen de cada región cafetalera una experiencia sensorial distinta.

Las regiones andinas

Las regiones andinas de Venezuela, que comprenden estados como Táchira, Mérida y Trujillo, son reconocidas por producir cafés de altura, cultivados en suelos volcánicos ricos y a altitudes que favorecen el desarrollo de una acidez brillante y aromas florales y frutales. La frescura del clima de montaña y la abundante nubosidad contribuyen a una maduración lenta del grano, intensificando su complejidad.

Oriente

La zona oriental, que incluye estados como Monagas y Sucre, también aporta su singularidad al panorama cafetero venezolano. Aquí, influencias caribeñas y una humedad diferente pueden dar lugar a cafés con matices exóticos y una acidez más moderada.

Occidente

En contraste, regiones como Lara y Portuguesa, ubicadas en las zonas más occidentales, suelen ofrecer cafés con notas más dulces, a menudo con toques de chocolate y nueces. Las condiciones de menor altitud y un clima ligeramente más cálido influyen en este perfil de sabor más suave y achocolatado.

Es importante destacar que dentro de cada una de estas grandes regiones, existen microclimas y variaciones de suelo que generan aún más sutilezas en el sabor del café. Un mismo tipo de grano arábica puede expresar notas cítricas intensas en una ladera montañosa y evocar caramelo en un valle más cálido.

La dedicación de los caficultores venezolanos, su conocimiento ancestral y las prácticas de cultivo transmitidas de generación en generación también son parte integral del terroir. Su manejo de las fincas, la selección de las cerezas maduras y los métodos de procesamiento contribuyen a la calidad y las características distintivas de cada lote.

A pesar de los desafíos que ha enfrentado el sector cafetalero venezolano, el compromiso con la calidad y la comprensión de la importancia del terroir están impulsando un renacimiento del café de especialidad en el país. Los consumidores, tanto locales como internacionales, están aprendiendo a apreciar las sutiles diferencias que el origen geográfico y las prácticas agrícolas imprimen en cada taza.

En definitiva, el café venezolano es mucho más que una bebida; es la expresión de una tierra diversa y la pasión de su gente. Cada sorbo es un viaje sensorial que nos conecta con los Andes, los llanos y las montañas orientales, revelando la magia del terroir en su máxima expresión.

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